Ahí estoy yo, intentando aprender a que no me jodan la vida, aunque ciertamente, generalmente somos nosotros los que nos jodemos la vida a nosotros mismos, no le echemos la culpa a otros.
Estoy aprendiendo a valorarme, sin importarme la desvalorización constante de quién pueda tener cerca.
Estoy aprendiendo a entender que hay personas con odio que escupir, y estoy entendiendo que no lo merezco, con lo cual, no voy a retroalimentar ese odio que quiero lejos.
Estoy aprendiendo a perder el miedo a irme, a irme lejos de lo que no quiero y encontrarme con aquello que verdaderamente me haga feliz.
Estoy aprendiendo a perdonarme y a perdonar, y también estoy aprendiendo a que nadie me va a querer más de lo que yo pueda quererme a mí misma en la vida.
Estoy aprendiendo a no depender de nadie, y eso cuesta, a veces sigo siendo la pequeña a la que le gusta que la mimen, pero duele darse cuenta que a veces no siempre tenemos una mano amiga, un apoyo sincero.
Estoy aprendiendo a encontrarme, a desprenderme de todo lo que no soy, a ser libre, verdaderamente libre, libre de mí misma y mis propias ataduras.
Siempre ando anhelando un «te quiero», estoy aprendiendo a quererme y a susurrarme los «te quiero»a mí misma, para no decepcionarme de las palabras que no pronuncian otras bocas, yo, mí, me, conmigo.
Estoy aprendiendo a perderme sola, sin miedo a volar con alas propias.
Estoy aprendiendo de mis tropiezos, de mi torpeza, y estoy aprendiendo a besarme, a abrazarme.
Estoy comprendiendo y aceptando mis miedos, y aprendiendo a reconocer que no son realmente míos.
Me lanzo a aprender de la vida, sola, me lanzo a curar mis heridas, siendo alumna y maestra de mis días, me lanzo al vacío y me lleno, y doy gracias de estar aprendiendo.